En menos de cinco años, el Algeciras C.F. celebrará su primer centenario. Sin embargo, en estos momentos está viviendo la etapa más convulsa, ajetreada, controvertida e inexplicable de su dilatada y brillante historia.
Enviado por: PoncioSira
Pepe Ojeda
Cuando todo apuntaba a que, en el seno del histórico Algeciras C.F., la referencia señalaba a la celebración del gozoso centenario de la fundación del club más laureado de la comarca del Campo de Gibraltar, efemérides prevista para el año 2012, nos encontramos con una serie de circunstancias imprevistas, controvertidas, inesperadas, que configuran el capítulo más triste en la dilatada historia de un equipo que figura entre los más longevos del fútbol español.
Escribo desde la perspectiva de haber vivido como informador radiofónico y colaborando en prensa escrita, casi cuatro décadas (unos 40 años) el deambular del Algeciras C.F. pro distintas categorías del fútbol español, prestigiando su nombre y el de la ciudad que lo patrocinaba. Desde mi recién cumplida primera veintena de años, en el inolvidable ascenso a Segunda División en el viejo y recordado campo valenciano de Vallejo, donde actualmente se asiente el Ciudad de Valencia del Levante, hasta otros recordados ascensos a la división de plata como los del Gerona, Granada, etc. en territorio local, a los sucedidos en tierras tan lejanas como Barbastro. ¿Quién en el Campo de Gibraltar, en la provincia de Cádiz, exceptuando al equipo de la capital, puede firmar una historia tan brillante?
Breve y condensado resumen de los difíciles momentos por los que ha tenido que atravesar el Algeciras, y también brillantes. Por ejemplo, Juan Lloret, hace más de 40 años, concibió la idea de hacer de un club de fútbol una especie de sociedad anónima, es decir, una empresa deportiva, y alcanzó los logros más significativos de la historia del decano.
La entidad albirroja ha vivido momentos que se nos antojan sonrojantes. Obviamos nombres de presidentes que hicieron un flaco favor a la sociedad, a otros que intentaron con buena fé elevar el prestigio de un club que se iba irremediablemente a pique. Una temporada, por falta de solvencia económica, en definitiva, por no pagar a los jugadores, el cuadro albirrojo descendió de categoría, que reconquistó dos temporadas después.
Hubo otra, especialmente recordada por los seguidores algeciristas (comprobarán que estamos eliminando fechas exactas, aunque las tenemos) en la que un modesto directivo, el inolvidable José Rebolo, tío de otro gran algecireño, los dos fallecidos, se lanzaba a la calle para implicar a empresas y pequeños comercios para pagar cualquier desplazamiento del equipo local, en lo que la afición denominó como El Algeciras de los bocadillos.
Tiempos difíciles, complicados, que fueron esperados por la integridad de los algeciristas, unidos como en Fuenteovejuna, todos a una.
Lo que estamos viviendo en la actualidad es un auténtico caos. Aparecen y desaparecen personajes que arriban de allende nuestras fronteras, auspiciados por las posibilidades de desarrollar sus actividades empresariales, las del ladrillo, esperando que las autoridades municipales se rindan ante las grandes fiestas que van a conseguir en un breve periodo de tiempo. Uno de los mecenas ya ha desaparecido del entramado, y con su marcha no se encuentro el disco duro con el que se pierde una parte importante de la historia para celebrar el centenario. Otro señor, industrial de una empresa cárnica aragonesa, aparece poniendo dinero de forma extraña, sin ni siquiera promocionarse, y desaparece como por arte de magia.
El presidente Alberto Tenorio, pese a este cúmulo de circunstancias, se resiste a renunciar a su cargo, a presentar su dimisión, más que anunciada, ¿para qué seguir metiendo el bisturí en esta historia de locos? Mientras, entrenadores (que van cayendo), jugadores y empleados del club pasan por una serie de penurias económicas, aguantando lo indecible. Ahora, de la incombustible botella de Aladino aparece un nuevo mecenas, un empresario cordobés, el señor Verdejo, afincado en tierras catalanas, que nombra presidente a un excelente algecireño, pero que en el seno del club es un hombre de paja, auspiciado por otro incombustible, el señor Morilla, cuya trayectoria futbolística (colocador de jugadores) la conocemos al dedillo.
Y, de buenas a primeras, inician una serie de mejoras que enturbian más el oscuro panorama deportivo. Ya no es sólo amenazar a la plantilla (pobres de ellos que llevan varios meses sin cobrar) sino que anuncian una serie de represalias. Encima. Y los jugadores van y se parten la cara en Ceuta. Y, después, mientras en el seno del club nadie se aclara, Turrillo aparece y reaparece.
A Manolo Villa le ponen de patitas en la calle y vuelve al banquillo, porque lo que hicieron con el segundo entrenador es de juzgado de guardia. El presidente no abre la boca, el señor Morilla sigue siendo el hombre fuerte, y en la sombra, amparado en sus euros, el señor Verdejo impone su ley. ¿Quién me compra un tío?... Nunca, jamás, el Algeciras vivió un panorama tan desolador en sus 95 años de limpia historia.
Quién te ha visto y quién te ve?
Etiquetas: PrensaPublicado por administrador en 20:11
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4 comentarios:
vamos sirassssssssss
muy buena la web. seguid asi
...y eso que a esta historia le falta el ultimo capitulo!!!!
ese algesira wenoo aiiiiii
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